Moribitó. El guardián de la oscuridad
El perverso rey Rogsam intentó asesinarla cuando solo tenía seis años. Ocho guerreros la persiguieron durante lustros. Pero su maestro Jiguro, la protegió hasta el día de su muerte. Cuando se quedó sola en el mundo, la joven Balsa se convirtió, gracias a su manejo de la lanza y las artes marciales, en una guerrera errante que auxiliaba a cuantos necesitaran protección.

En esta aventura Balsa regresa a Kanbal, su país natal con la esperanza de ver tanto a la familia de Jiguro como a la suya propia. Aprovecha un paso subterráneo por las montañas para llegar allí sin llamar la atención, pero dentro de las cuevas encuentra a dos niños perdidos a los que está atacando un hyohlu, el guardián de la oscuridad.
Y así, lo que debía ser una visita tranquila de reconciliación con el pasado, se convierte en una lucha por su vida cuando descubre el alcance de la traición del rey Rogsam a Jiguro, y a su propio padre; y la trama de una conjura que amenaza la existencia del país.
Segundo título de una saga ambientada en el Japón feudal. La trama está muy bien construida, así como la ambientación. Abundan los términos en japonés sin traducir pero la novela trae un glosario en las últimas páginas. Lo más atractivo para el lector es la protagonista, una heroína fuerte, pero humana, que se enfrenta a las adversidades sin titubear.
Existe una película de dibujos animados, cómics y una serie sobre las aventuras de Balsa.
Autora: Nahoko Uehashi
Título: Moribitó. El guardián de la oscuridad
Título original en japonés: Yami no Morobito
Editorial en España: SM, 2010
Páginas: 273
Edad: A partir de 12 años
Valoración: Bueno (indicado para jóvenes a los que les gusten las culturas lejanas)
«Un grito la devolvió de golpe a la realidad. El aullido retumbó en las paredes y su eco se extendió por las cuevas. Era la voz de una niña, estridente y aguda.
Balsa dejó su bolsa en el suelo, cogió su lanza y avanzó rápido pero con cautela a través de la oscuridad. La maraña de cuevas y galerías distorsionaba el sonido, lo cual hacia casi imposible localizar el origen del grito. Pero en la siguiente bifurcación vio una luz y salió corriendo hacia ella, tratando de recordar el camino de vuelta».