Una tarta de manzana llena de esperanza
Argumento
Oscar, un chico generoso, inteligente y optimista, sabe hacer las mejores tartas de manzana del mundo, con las que ayuda y hace feliz a personas desesperadas. Pero un día desaparece con su bicicleta en el mar, y todo el mundo asume enseguida que ha fallecido.
Meg es su mejor amiga pero se ha marchado a Nueva Zelanda con sus padres durante unos meses a vivir una experiencia distinta, y la distancia ha hecho estragos en su amistad.
Stevie es el hermano parapléjico de Oscar.
Ni Meg ni Stevie creen que Oscar ha muerto.
Así que juntos empiezan a investigar, decididos a descubrir qué le ha podido ocurrir, y qué relación guarda la desaparición con Paloma, una nueva alumna del colegio a la que se acercó mucho en los últimos meses.
Opinión personal
Este es uno de los libros más conmovedores que he leído desde hace mucho tiempo. No se trata de una de esas novelas de moda con moralinas facilonas de autoayuda. Tanto los personajes como la propia narración te emocionan en lo más profundo. Y el conocer datos de la trama, que los personajes desconocen, te engancha hasta que te lo terminas de manera compulsiva.
Todo el libro rezuma belleza, pero también se toca, desde una perspectiva distinta y por ello más efectiva, el tema del acoso escolar y sus consecuencias dolorosas. La descripción del acosador es de una precisión milimétrica, quizá porque la autora es psicóloga.
Una novela muy recomendable para jóvenes a partir de 12 años.
Autora: Moore Fitzgerald, S.
Título: Una tarta de manzana llena de esperanza
Título original (en inglés): The apple Tart of Hope
Editorial: Maeva, 2014
Número de páginas: 200
Valoración: Excelente
«Cuando una persona joven sufre una desgracia, y cuando la gente se reúne en la iglesia para rezar por esa persona, se produce una especie de vibración extraña, algo similar a un murmullo o un zumbido. Todo se estremece, me imagino que del mismo modo que ocurre en los primeros momentos de un terremoto, como si hasta la tierra estuviera sobrecogida y horrorizada por tan tremenda injusticia.
Todavía le quedaba mucho por vivir: era la frase facilona e inútil que todo el mundo repetía una y otra vez, aunque nada de lo que la gente dijese fuera a cambiar las cosas, al menos de momento. Era demasiado tarde, decían. Porque Oscar había tomado una decisión, y por ello los demás íbamos a sufrir el resto de nuestras vidas. Se había ido. Y en aquel momento todo el mundo había sumido que nunca iba a volver».