The Raven Boys. La profecía del cuervo
Resumen
Blue sabe que el primer chico al que bese con amor verdadero, morirá. Lo matará. Con esta premisa, Blue se mantiene alejada de los chicos que le atraen. Hasta que la noche de san Marcos acompaña a su tía a una iglesia abandonada por la que pasan los espíritus de las personas que a lo largo del año morirán.
Ella es la única de su excéntrica familia, compuesta por brujas, magas, médiums y echadoras de cartas, que no tiene poderes paranormales, aunque sí potencia los de las demás. Pero aquella noche, excepcionalmente, ve a uno de los muertos y éste le habla. Se trata de un joven de un colegio de élite del pueblo, cuyos alumnos son conocidos como los Raven Boys. ¿Será su amor verdadero? ¿Será el joven al que va a matar?
La historia se complica cuando poco después conoce al chico y a sus amigos. Se llama Dick Gansey, y además de estudiar en Aglionby el colegio de pijos adinerados, busca una “línea ley” de energía en el pueblo, y la tumba de un antiguo rey escocés. Enseguida Blue se sentirá atraída por él.
Opinión personal
Si alguien leyó Temblor de la misma autora, copia barata de Crepúsculo pero con lobos, y busca una novela romántica al uso, este no es su libro.
La prosa de Stiefvater es muy buena y la descripción de los personajes excelente. También tiene la capacidad de hacer que el lector se sienta muy cómodo dentro de la ambientación de la novela.
Quizá habría que omitir algún detalle inverosímil en el desarrollo del argumento. Y la banalización de la magia.
Ya se han publicado en español otras tres partes de la saga. Puedes verlas aquí.
También puedes leer mi reseña personal sobre la segunda: The Raven Boys. Los saqueadores de sueños.
Y si te gustan los booktrailers aquí puedes verlo.
Autora: M. Stiefvater
Título original: “The Raven Boys. La profecía del cuervo”
Editorial en España: SM, 2013
Valoración: Muy bueno.
“Blue Sargent no recordaba cuántas veces le habían dicho que mataría a su amor verdadero (…)
Era el 25 de abril, la víspera de san Marcos. Para la mayor parte de la gente, el día de san Marcos pasaba sin pena ni gloria (…) Nadie marcaba el 26 de abril en el calendario. De hecho, la mayoría de los vivos ni siquiera sabían que san Marcos tenía un día propio.
Pero los muertos, sí.
Temblando mientras se sentaba en el muro de piedra, Blue concedió que, al menos, aquel año no llovía.
Cada víspera de san Marcos aquel era el lugar al que iban Blue y Maura: una iglesia apartada, tan vieja que hasta su nombre había caído en el olvido”.