La nave abandonada
Terror en mar abierto
En el siglo XIX un barco de pasajeros inglés con destino a China encuentra durante la travesía una nave a la deriva y sin tripulación. El capitán acompañado de algunos oficiales y marineros deciden subir a bordo a inspeccionarla, pero el barco, rodeado de una capa de grasa fétida, se encuentra abandonado y cubierto por un extraño manto blanco y con textura acolchada, similar al moho.
Enseguida se percatan de que el moho ha invadido todo el barco y que no es tan inofensivo como parece.
Este es el argumento de La nave abandonada, la primera historia de este libro de relatos de terror en el mar. Todos ellos comparten atmósferas angustiosas, barcos abandonados y mares inmóviles, como el de los Sargazos, cercano al famoso Triángulo de las Bermudas, del que surgen extrañas criaturas de pesadilla.
Fueron escritos por W. H Hodgson (1877-1918), pionero del género de terror y de ciencia ficción, y que tendría gran influencia en otros autores posteriores como H. P. Lovecraft.
Fuente de inspiración
Cuando alguien de nuestra época lee este libro, escrito hace más de un siglo, se da cuenta enseguida de que «no hay nada nuevo bajo el sol», ya que muchas de las novelas y películas de miedo de nuestros días beben de estos relatos de terror y fantasía. ¿Quien no ha visto como unos repugnantes bichos surgidos del mar se van comiendo poco a poco a unos inocentes bañistas? ¿Quién no ha contemplado a un héroe luchar contra un monstruo que intenta acabar con un grupo de seres humanos atrapados en un lugar inhóspito?
Libro ideal y muy recomendable para los amantes de las viejas historias de miedo, de barcos antiguos y atmósferas opresivas. Un clásico.
Autor: W. H. Hodgson
Título original en ingles: The Derelict
Editorial en España: Valdemar.
Año de publicación en España: 2000
Número de páginas: 214
Valoración: Bueno (para los amantes del terror marino)
Edad: A partir de 14 años
«Esa embarcación es extraña por muchos motivos. Es una nave abandonada y, por lo que se ve lleva a la deriva bastantes años. Fíjese en la forma de la bovedilla, y de la proa, y del espolón. Se podría decir que es tan vieja como las colinas; hace tiempo que debería haberse ido a hacerle compañía a Davy Jones.
Mire la capa de sedimentos que se le han adherido y el grosor que tienen los aparejos. Yo diría que se trata de una costra de sal, ¿se ha fijado en su color blancuzco?»