El hilo de oro
Cosacos, espías y un zar que concede audiencia acompañado de un oso; alfombras voladoras, palacios, brujas, elfos y bosques sombríos…
En esta ocasión el espejo conduce a Jacob y Will Reckless al Este, hacia la actual Rusia. Jacob, acompañado de su amiga Clara, tendrá que afrontar las consecuencias del trato mágico que cerró la última vez que cruzó al otro lado. Will sigue el rastro del Hada Oscura, que ha huido de la corte de Vena.
Sin embargo el viaje no lo deciden ellos, sino una fuerza superior, que instruirá a los hermanos en los misterios del mundo que los rodea. Guiados por el irrompible hilo de oro, deberán demostrar que están a la altura de las circunstancias.

Tercera parte de la saga Reckless. De nuevo Funke nos sumerge de manera magistral y muy cinematográfica en un mundo paralelo que se nutre del folklore popular de los cuentos europeos. En este caso son los países del Este. Funke, como narradora y creadora, se siente muy cómoda en su mundo. Pero en algunos casos se regodea tanto en las situaciones que la acción se ralentiza y resulta algo pesada.
Se recomienda leer los anteriores, para no perderse, aunque la novela trae al final una guía de personajes. «Reckless. Carne de piedra» y «Reckless. Sombras vivas».
Las ilustraciones de la propia autora son magistrales.
El mayor inconveniente en estos libros, que se suponen para un púbico infantil y juvenil, es la visión antropológica de la afectividad que nos presenta la autora. Todos los personajes viven el «amor libre» con sus respectivos amantes. La familia es un lugar gris y carente de ternura, y solo se da una relación más estrecha entre los dos hermanos Reckless. Algo que quizá no sea del gusto de muchos padres o educadores.
Autora: C. Funke
Título: «El hilo de oro»
Título original en alemán: Das goldene Garn. Reckless 3
Editorial en España: Siruela, 2016
Número de páginas: 431
Valoración: Bueno, con inconvenientes.
«El edificio en el que Jacob había crecido se elevaba aún más alto en el cielo que las torres del palacio que habían amedrentado a Zorro de niña. Él parecía diferente en ese mundo. Zorro no tenía palabras para esa diferencia, pero la sentía tan claramente como la que había entre pelaje y piel. Las últimas semanas habían arrojado mucha luz sobre él, cosas que no había comprendido en todos esos años».
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